La democracia fallida y el voto ignorante

“La democracia es el modelo de gobierno aceptado por la mayoría de países como el más óptimo para representar a la ciudadanía. La democracia tiene que visualizarse como un concepto vivo y no puramente teórico  y la tendencia de evolución tiende a llevarla a satisfacer las necesidades ciudadanas por medio de las instituciones enmarcadas en el Estado. El fallo la lleva a la involución, a un retroceso que obviamente es aprovechada por actores productos de esquemas coyunturales en busca de su fracaso y añorando tiranías del pasado y otras del presente.” Este análisis lo escribí en abril de 2017. Todavía en ese tiempo se podía pensar que la democracia como sistema era el más óptimo para mejorar la vida de las personas. Estaba equivocado, ya que me enfoqué en la organización y las instituciones, siendo que lo importante es en el fondo lo que conforma dichas organizaciones: los ciudadanos.  Los ciudadanos actuales que son los que han contribuido a llevar al poder a políticos que no lo son, sino simples negociantes de la política.

El votante ignorante: En las naciones subdesarrolladas la pieza vital para el fracaso de la democracia es el votante ignorante. Definamos ignorante como entes sociales que no conocen la realidad política, sin capacidad de empatía social, masificados  y fáciles de influir por las emociones básicas y no la razón. Este votante es el creador y legitimador de los políticos  sinvergüenzas  que plagan los sistemas de poder  mundiales.  Son la pieza esencial del fracaso total de las democracias tercermundistas, pues ellos legitiman caudillos, dictadores, presidentes mediocres, alcaldes mafiosos, diputados sin cultura de servicio entre otros del conjunto de oportunistas que inundan los sistemas políticos.


Definamos ignorante como entes sociales que no conocen la realidad política, sin capacidad de empatía social, masificados  y fáciles de influir por las emociones básicas y no la razón. Este votante es el creador y legitimador de los políticos  sinvergüenzas  que plagan los sistemas de poder  mundiales.Este votante ignorante que  vive pensando solo en su beneficio, cae en la trampa de la propaganda barata y el exceso de promesas electorales pues ha perdido la capacidad del análisis  comparativo y menos histórico. Son estos mismos que creen que las vacunas son malas o que el COVID19 es un “plan” de Bill Gates o una guerra bacteriológica contra China como afirmó el comunista Daniel Jadue.

Aquí está el meollo del problema de las democracias. Gente que no debería votar pues son los que ponen a gobernantes ineptos, egoístas, racistas, xenófobos y demás. Cuando mencionamos xenófobos José Antonio Kast se frota las manos al pensar que su voto ignorante lo puede llevar  a la presidencia de Chile y no se equivoca.

El ejercicio de  votar  es un derecho  y deber y ya no se puede permitir que el voto ignorante siga destruyendo más  la democracia. Es necesario tener un plan de estudio para formar votantes ilustrados, autocríticos y con capacidad de análisis histórico. Hay que presionar que para una nueva Constitución realizar la educación política de la ciudadanía, pues esto es la parte central si una sociedad quiere evolucionar. Bien lo decía el mejor presidente de Chile, Pedro Aguirre Cerda, cuando enarbolaba su visión que “Gobernar es educar”.  Aguirre Cerda estaba seguro que una nación que quiere vencer las estructuras injustas debe derrotar primero la ignorancia que nos hunde en la pobre social y ahora en la pobreza cultural.

Cuando una persona quiere conducir un automóvil realiza  un curso, toma exámenes psicológicos y prácticos para tener el derecho de circular tras el volante en una calle. No se le da a cualquier una licencia de conducir ya que tendríamos personas peligrosas que podrían matar a otros en un accidente. Lo mismo pasa con dejar el voto en manos de ignorantes coyunturales. El ignorante político no tiene las herramientas de análisis adecuadas para poder diferenciar entre lo bueno y malo. No ha estudiado modelos políticos. Desconoce temáticas como el fascismo y el comunismo y sus respectivos modelos represivos y genocidios. Toda su formación política es dada por el odio que emergen por páginas de Facebook, “bot” de Twitter, videos de sujetos farsantes  de Youtube quienes se encargan de desinformar con el objetivo de fomentar más el fanatismo y la ignorancia y no el razonamiento crítico.

Un militante de cualquier ideología tiene todo el derecho de fundamentar su elección, no obstante cuando su reflexión está basada en la desinformación y  el odio terminará llevando  al poder a líderes peligrosos. No podemos permitir que estos grupos  que fomenten el odio social y racial logren acceder al poder como sucedió en Brasil, Venezuela, Nicaragua, Filipinas, Irán, EEUU y Rusia por mencionar los más conocidos.

Las democracias no evolucionaron como yo pensé que pasaría con el acceso de información por  Internet, sino involucionaron pues al ver cuanto político es elegido por el racionamiento básico de “este va a robar menos porque tiene dinero”, “que importa que haya robado un poco, pero ya lo conocemos” , “es un ignorante, pero  al menos nos hace reír”, “ mejor lo nuevo que lo viejo”  y otros  minimalismos argumentados desde las oscuras fronteras de la ignorancia  y del  cansancio por los políticos tradicionales quienes son parte del gran problema de la pérdida de confianza ciudadana en modelo de sistema de partidos.

Sumado a esta situación , están otras fallas oscuras:

La herencia colonial: Al lograr la independencia en Latinoamérica, los países continuaron con la misma matriz social y económica. Sin instituciones modernas para su período histórico, reprodujeron el mismo esquema de tráfico de influencias, favoritismo político por nepotismo y una distribución del poder basado en el caudillismo. Solamente algunas naciones lograron avanzar a procesos políticos más competitivos producto de las emergentes clases medias, con el atenuante de modelos económicos donde no existió una industrialización real, sino solo de dependencia.

Desfragmentación social y liderazgo político débil: Los reclamos ciudadanos fueron procesos que lograron algunos cambios cuando fueron realizados por medio de la acción y unificación de las fuerzas sociales. En la actualidad, la pérdida de una base real, no permite activar renovaciones en el sistema político ni en el modelo de partidos.  El llamado mercantilismo político permite la injerencia de personas con intereses netamente individuales y terminan deslegitimando al sistema. Debido a esto, una desfragmentación en las propuestas de soluciones a problemas se mezcla con la pérdida de confianza en la democracia.

La solución de las botas:   El constante llamado a mantener un desprestigio a la democracia nace en estos entornos. En las frases de demagogos de la ultraderecha fascista y extrema izquierda, quienes aprovechan la falla de los liderazgos políticos y las instituciones débiles. Maximizan los problemas, pero jamás dan soluciones coherentes. Como puede ser la aplicación de un recambio institucional basado en organismos fiscalizadores contra la corrupción y todas sus expresiones. Su gran discurso es añorar modelos dictatoriales  ya dejados atrás. Ellos fomentan los golpes de estado y revoluciones totalitarias  y la vuelta de dictadores y líderes antidemocráticos de izquierda o derecha al poder político. Esto con un abierta alianza con los militares como sucede en Chile y Venezuela donde estos ya son una casta que permiten perpetuar a un dictador o un modelo económico injusto como el caso chileno. Y es aquí que la única forma de parar los procesos de golpes y autogolpes de Estado, injerencia militar en temas civiles y violaciones de derechos humanos es la abolición de la Fuerzas Armadas como ya realizó Costa Rica  el  1° de diciembre de 1948.

Los ejércitos son un gasto no una inversión en ningún sentido. Esto es otra atenuante para sacudirse este poder fáctico que es un adorno para marchas nacionalistas anacrónicas y un punto de inversión que no fomenta ni el desarrollo económico y menos social. ¿De qué sirve los millones de dólares que se gastan en estos grupos armados que ni siquiera tiene capacidad beligerante a nivel internacional? Al final solo sirven de pieza de presión y lacayos para dictadores populistas que buscan legitimar su poder por medio del temor y la violencia física y psicológica.

Debilidad intelectual y racional: La racionalización mínima de la democracia y sus aspectos evolutivos permite que ciertos segmentos consideren que el modelo es milagroso sobre problemas estructurales. La debilidad tiende a darse no solamente en países con bajos niveles de conocimiento político real, sino también en otros más evolucionados donde el fenómeno del “analfabetismo cultural” está presente en una gran parte de los ciudadanos. La falta de centros de pensamiento creativo y democrático no promueve liderazgos renovados; no hay una creación de esquemas fundados en las ciencias sociales y económicas como la sociología, antropología, ciencias políticas, psicología social, economía, filosofía. Existe una constante reproducción de conocimientos desgastados sin una relación con la realidad social  y menos con la política.

Este fallo también puede cubrir la creación del ámbito cultural, el cual no tiene una identidad propia, y representa una mala copia de otras copias. También los procesos de investigación se basan en estudios de opinión viciados y sin ningún rigor científico, dadas por encuestas mal dirigidas, recopilación de datos manipulados, formulación de hipótesis sin fuerza, profesionales mediocres y hasta una conexión con agendas dobles ligadas a grupos fácticos de poder. De esta forma, la democracia  carga otra falla, que no se debe dejar pasar por alto.

La pestilencia de la corrupción: La corrupción es una de las más dañinas fallas para una democracia. En ella se refleja todo lo disfuncional de una democracia no competitiva. Se conecta en todos los sectores de la sociedad comprometiendo el modelo político a constantes críticas, ya que cuando llega al sistema judicial todo el estado de derecho no funciona, y se permiten las injusticias e impunidad de todo tipo. La corrupción no permite a una democracia estar en una dirección correcta, pues la lleva a un fracaso y a una democracia disfuncional y demagoga. La eliminación de la corrupción es una utopía, pero hay niveles en esto que no se deben permitir. No importa cuantas  entidades fiscalizadoras puedan crearse, sino se depura con rapidez un organismo del Estado o institución, el futuro de un modelo político está condenado a la eterna queja y a su fracaso para solucionar problemas sociales primordiales.

Los políticos y los pañales: “Los políticos y los pañales se han de cambiar a menudo…y por los mismos motivos.” Esta sentencia atribuida a George Bernard Shaw refleja otro problema de las democracias: La perpetuidad de las castas políticas en los diferentes puestos públicos. Un político no debería estar más de 2 periodos en un puesto de poder, ya que en la actualidad podemos ver que se da un proceso de formación de oligarquías en el ámbito político donde las mismas personas no salen del ruedo.

Esto no tiene que ver con empatía social, solo tiene que ver con la adicción al poder y al dinero. Los políticos ya no son servidores públicos que se deben a los ciudadanos, sino al revés y es acá donde está la confusión que la gente no entiende. Se ha posicionado en la mente social que nosotros le debemos algo a estos servidores, que son los mejores preparados y al final vemos como pasan décadas pegados a las ubres del Estado alimentándose de las dádivas  de un sistema corrupto o inoperante. Podemos pensar que no son todos, pero sí lo son, pues en el momento que cualquiera entra a esa dinámica y no menciona lo evidente, que es el parasitismo de estas castas, en cómplice en silencio.

Es claro que una nueva realidad política debe dejar fuera el pasado y las malas costumbres de políticos que se han convertido casi en monarquías donde sus hijos heredan los contactos para seguir logrando acceder al poder. En Chile queda bien claro al ver el listado de presidentes y sus  hijos que han llegado a la presidencia y así como también sobrinos , hermanos y nietos están presentes  en el “jet set criollo” de la moda política. El político es ahora un “rock star” de redes sociales en busca de satisfacer sus propios vicios de ego y nada más que eso.

En este entorno es donde entran también los partidos políticos los cuales se convierten en una forma de ganarse la vida de gran cantidad de personas que pueden tener buenas intenciones pero solo se convierten en súbditos de aquellos que dirigen la empresa política. Los partidos deben de evolucionar de instituciones que solo buscan el poder a organizaciones que busquen el bien común y el desarrollo de otras formas de interacciones sociales.

Estos son los principales que promueven la división social en una nación y más cuando sus posturas son extremistas y eso lo podemos analizar en la actualidad donde los discursos de odio emergen de cualquier político con la idea de unir en base a enemigos externos como pueden ser los inmigrantes  -los eternas víctimas de la demagogia de buscar culpables-  o en al anti-pueblo en el caso de líderes populistas.

Es el momento que la política tenga un cambio de pañales y no sustituyendo traseros para que vengan otros por 30 años a sentarse en un asiento calentito, se debe regular los tiempos de estar en cargos públicos de mayor nivel, haciendo que estos políticos tenga un tiempo medido y después para su casa. Sigamos el ejemplo de Pepe Mujica.  Es tiempo que el poder llegue a las mayorías sociales que tiene mucho que aportar a los diversos enfoques de cambio. Hablamos no del voto ignorante, sino del voto racional y empático donde se busca el bien común del ente social y en las sociedades existen personas no contaminadas por el virus del poder y la mediocridad.

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La forma de intentar eliminar o minimizar algunos de estos fallos que afectan a una democracia, pueden ser variados y hasta radicales. Lo fundamental es que las instituciones tengan un cambio radical desligado de partidismos de castas y compromisos de intereses de clases.  La racionalización de los problemas por sectores con visión de nación, proporcionando soluciones y acciones lógicas:  Entes fiscalizadores externos al modelo organizado por fuerzas sociales, evaluadores de riesgos de crisis, constructores de escenarios políticos con el objetivo de mejorar la democracia y la pérdida del miedo al activismo por parte de la ciudadanía para denunciar.  Pueden existir otras variantes dependiendo de cada coyuntura de una nación, pero lo principal es sacar del camino a quienes  ya no tienen nada que decir y aportar a una democracia fallida.  La democracia está secuestrada    por grupos reconocidos por su nivel de adicción al poder e ignorancia política donde solo velan por ellos mismo no dejando ni migajas para los demás.

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